Hoi An es uno de los tesoros de Vietnam. Llena de historia y de vida su ciudad antigua es encantadora, tanto de noche como de día. Sus habitantes, amables, sonrientes y muy atentos son parte del buen ambiente que se respira en la ciudad. Aunque actualmente está siempre llena de turistas, para nosotras, es la ciudad más bonita del país.
Considerada la capital gastronómica de Vietnam, pasear por sus calles y mercados y degustar los platos típicos locales es todo un placer. Además, tiene un aliciente apreciado para todo bebedor… algunos locales sirven cerveza por 3000 dongs, menos de 20 céntimos de euro. Sí amigos, Hoi An tiene la cerveza de barril más barata de todo Vietnam (que ya es decir).
Nuestra historia en Hoi An empezó a eso de las 7 de la mañana, cuando bajamos atropelladamente y muy dormidas de un autobús nocturno desde Dalat, bueno dos. Hicimos una pequeña parada de una hora en Nha Thrang, que de tan turística no vamos a hablar de ella…
Desde la estación de autobuses fuimos andando a nuestro hotel. Un lugar que acabó convirtiéndose en nuestro QUERIDO hogar: el Vietnam Succulent Homestay. La dueña y su hija nos recibieron con una sonrisa de oreja a oreja y nos dejaron escoger habitación. Estuvimos tan a gusto con ellas y toda su familia que acabamos pasando allí tres días. Son gente especial, con mucho amor para repartir y un servicio impecable… Sobre todo su dueña y su marido, nuestros otros padres en Vietnam. De hecho así acabamos llamándoles. Hasta la madre de Núria le dio las gracias por Skype por cuidar tan bien de ella… cómo se reían las dos hablando en inglés a través de una pantalla que separaba Barcelona de Hoi An.
Al llegar se puso a llover y estábamos agotadas, así que dormimos hasta las 12 del mediodía. A esa hora nos levantamos, alquilamos una bici a mamá y fuimos a recorrer la ciudad antigua.
Nota: para recorrer la ciudad antigua alquila una bici, si quieres explorar los alrededores mejor una moto.