Para ir a Vietnam desde Hanoi en autobús hay que tener dos cosas: paciencia y buen humor. Recuerda que estás en Asia.
Hemos leído muchos horrores y quejas en internet, y nos parece que hay gente muy exagerada. Quizá sea uno de los viajes más largos y cansados en tu viaje pero ¿para ello estás aquí no? Y si simplemente no te apetece, un vuelo siempre es una buena opción.
Un billete de autobús desde Hanoi a Luang Parabang cuesta entre 40-45 USD. El paso fronterizo es Kan Na, una frontera tranquila (habíamos leído barbaridades sobre otras) pero en la cual vas a pagar de más de todas formas.
Si tu intención es ir a Vientiane los autobuses desde Hanoi rondan los 25 USD y van por la frontera de Tray Cha. Los autobuses salen desde la misma estación que para Luang Prabang.
Y el otro recorrido es el conocido autobús de la muerte, con mil curvas y autobuses en mal estado que van por Dien Bien Phu, el paso fronterizo con más timos.
Decidimos viajar en autobús hacia Luang Prabang por 42 USD. Ir a otros lugares era más barato pero luego en Laos el transporte cuesta más. Compramos nuestros billetes en la agencia ATT Asia travels, en el Old Quarter de Hanoi.
El billete incluye recogida en tu hotel y autobús hasta la estación sur de Luang Prabang. Da igual lo que te digan, no es cierto, no van al centro.
Empezaba la que denominamos «Operación Laos». Supuestamente venían a recogernos a las 16.45-17h. Estábamos esperando en la puerta del hotel desde las 16.30h, pero nadie venía. Llamamos a la agencia y nos dijeron que no nos preocupáramos, que estaban en camino.
A las 17.20 apareció un chico en scooter. Puede que Vietnam sea muy así, pero dos chicas con mochila y él no eran posibles para la motito. Y todavía nos faltaba Loli, nuestra amiga argentina, que estaba esperando en su hotel. El chico fue en busca de ella y volvieron juntos en moto. Entonces desapareció.
17.35: un taxi se detuvo delante del hotel. Para nuestra sorpresa el chico-scooter estaba montado en el vehículo. Bajó, nos llamó, puso nuestras mochilas en el maletero, le dio un montón de dinero al taxista y nos dijo que no nos preocupáramos, que él sabía cual era nuestro autobús a luang prabang
17:40-18.20h: El trayecto en taxi más largo de la historia. Supuestamente nuestro autobús salía a las 6, así que imaginaros los nervios dentro del taxi.
Finalmente llegamos a una estación de buses a las afueras de Hanoi. El taxista se detuvo en el parking y no se movía de su asiento. Sólo iba llamando a alguien y chillaba cosas en vietnamita. Al cabo de 5 minutos apareció una chica, el taxista le entregó un montón de billetes a ella y nos dijeron q la siguiéramos. Extrañadas por toda la historia hicimos caso. Fuimos con ella hasta la taquilla de tickets de autobús y compró nuestros pasajes ¡en nuestra narices! Nosotras ya pensábamos que habíamos perdido nuestro autobús y nos estaban colocando en algún transporte local que fuera hacia Luang Prabang. Le preguntamos a la chica, que no contestaba porque no entendía nada de inglés y la seguimos hasta nuestro autobús. Un sleeper en buenas condiciones. Una vez allí nos encontramos con los conductores del bus que nos dijeron que subiéramos. Ni rastro de otros turistas… Nanai. Nos plantamos allí diciéndoles que hasta que no habláramos con la agencia de viajes no teníamos intención de hacerlo.
15 minutos más tarde y gracias a la traducción de una chica local que también viajaba en ese autobús conseguíamos hablar con la agencia, que nos dijo que no había ningún error y que ese era, en efecto, nuestro autobús. Todavía estábamos dudando sobre qué hacer cuando de repente llegaron unas minivan con los demás turistas que habían contratado lo mismo que nosotras ¡Milagro! Contentas de ver que todo era correcto, subimos.
A las 21h el autobús hizo una parada para cenar (en el típico lugar dónde el menú triplica los precios que solíamos ver) y luego siguió para el resto de la noche. Si alguien quería ir al baño debía casi suplicar a los conductores que le dejaran bajar, más aún siendo mujeres… Aún así, la mayoría de veces nos hicieron caso. Durante el trayecto más gente fue subiendo al autobús, hasta llenar todas las camas.
A las 5 am llegamos a la frontera. El autobús se detuvo y la gente empezó a bajar para tramitar su visa. Todos volvieron a los 5 minutos diciendo que hasta las 7 am no abrían la frontera. Los conductores, con su falta de amabilidad, no avisaron a nadie y sólo contemplaban la escena. Seguimos durmiendo hasta las 6.50 am y nos dirigimos a la frontera.
La policía nos hizo entregar a todos (locales y turistas) nuestros pasaportes. Al cabo de unos 45 minutos empezaron a llamar a los locales que pagaban cierta cantidad de dinero, creemos que eran billetes de 10.000 dongs. Hicimos lo propio y sacamos cada uno un billete de la misma cantidad, asegurando que no íbamos a pagar ni un dong más. Llegó nuestro turno y… ¡Sorpresa! no tuvimos que pagar nada. Sellito y ya está, estábamos oficialmente fuera de Vietnam sin pagar nada. Nos las prometíamos muy felices…
Cruzamos unos 100 metros a pie hasta llegar a la frontera de Laos. Allí realizamos todo el lento papeleo y formularios, entregamos las fotos y… los 39 dólares que cobraron por visado. 35 por ser españolas y 4 dólares más porque los carteles de las oficinas lo indicaban. Dos de gestión y dos más por el sello. Estaba escrito así que no dieron posibilidad a nada… Cansadas y dormidas, accedimos y volvimos al autobús a las 9 am para seguir durmiendo.
La siguiente parada fue a las 12 del mediodía, en un pueblecito pequeño. Pensamos que sería para desayunar, pero nada. Los «amables» conductores detectaron que una rueda no estaba bien y se detuvieron frente a un mecánico. Al bajar del bus buscamos una ATM para sacar kips, la moneda laosiana y nos metimos en el primer restaurante que nos pareció bien. A media comida vino uno de los conductores y visiblemente enfadado dijo que todos volviéramos al autobús. El grupo reaccionó respondiéndole que algo debíamos comer ya que ellos no tenían intención de parar por nosotros y esperaron…
Seguimos avanzando por el paisaje rural de Laos, esta vez entre millones de curvas en la montañas y sin más paradas que para hacer pis en el campo. Los conductores cada vez eran más maleducados con los turistas. Incluso hubo un momento en que quisieron prohibirnos hablar ¿Os lo imagináis? Obviamente eso no pasó y tras sacar un tema de conversación futbolero las tensiones se disiparon y empezaron las risas.
Finalmente a las 22h llegábamos a la estación sur de Luang Prabang, dónde no esperaban dos tuk tuk a precio de oro.
El tiempo estimado de trayecto era de 22-24h (según la agencia) y en total tardamos 27h. Tampoco fue un drama. Los autobuses asiáticos casi nunca llegan puntuales, a veces llegas antes y la mayoría después.
Para nosotras la «operación Laos», aunque cansada, fue todo un éxito. Y lo mejor: nos llevamos un buen grupo de amigos. Las mejores relaciones en nuestros viajes suelen forjarse en los transportes, dónde suele estar la parte más divertida de esta gran aventura.
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